En San Vicente todavía no salen del asombro tras el asesinato de Luis Salvador, cometido por si propio compañero de trabajo y dejo a una familia de 12 niños sin su único sostén.
La noche del domingo se tiñó de tragedia en la localidad misionera de San Vicente. Luis Salvador Batista Da Silva, de 48 años, fue hallado cruelmente asesinado, en un escenario que no solo impactó por su extrema violencia —le arrancaron los ojos—, sino también por el abismo de dolor y necesidad que dejó detrás: una familia con 12 hijos menores, uno de ellos un bebé recién nacido, quedó completamente a la deriva y sin ningún ingreso.
Luis, era el jefe de una familia humilde, era el único sostén económico del hogar. Trabajaba incansablemente como tarefero y haciendo changas rurales para mantener a su esposa y sus hijos. El domingo, como solía hacer luego de una semana de trabajo en el yerbal, se reunió a tomar algo con un compañero. Esa fue la última vez que lo vieron con vida.
Días después, su cuerpo fue hallado sin vida y con señales de una violencia desgarradora. El único sospechoso del asesinato en San Vicente es Franco D. L., un joven de 19 años que compartía trabajo con Luis. Según el testimonio de una cuñada de la víctima, ambos se conocían y habían compartido más de una ronda de tragos en otras ocasiones.
“No lo pudimos velar porque no teníamos dinero para pagar la funeraria. Tuvimos que enterrarlo el mismo día que lo devolvieron de la morgue”, contó la mujer, con la voz quebrada. Más allá del horror del crimen, lo que más angustia a la familia hoy es el presente: no tienen con qué alimentar a los chicos ni cómo sostenerse.
“Luis era un hombre trabajador, vivía para su familia. Sí, tomaba, pero nunca se metía con nadie. Era de los que paraban la olla con lo poco que ganaba”, describió su cuñada, visiblemente afectada.
Un pedido desesperado de ayuda
La familia atraviesa una situación límite. Piden a la comunidad colaborar con alimentos, leche, pañales y cualquier tipo de ayuda que pueda aliviar, aunque sea un poco, el enorme peso que dejó la ausencia de Luis. “Estamos desesperados. No sabemos cómo seguir. Cualquier cosa que puedan aportar será bienvenida”, expresaron desde la familia.
Este crimen en San Vicente, más allá de su crudeza, revela otra cara del drama social que muchas veces queda fuera del foco: la pobreza extrema, la falta de contención y el abandono estatal que sufren muchas familias trabajadoras del interior de Misiones.
