Aún resuena en los oídos de aquellos que han seguido el deporte local, los días de gloria y emoción del deporte alemense, solo que en los últimos años el deporte murió casi por completo
En el corazón de Leandro N. Alem, una vez vibrante con el espíritu competitivo y la pasión por el deporte, ahora yace un paisaje desolado donde las glorias pasadas parecen desvanecerse en el olvido. Esta comunidad, que alguna vez vio surgir destacados deportistas y equipos campeones, ha experimentado un lento y doloroso declive en su escena deportiva.
Históricamente, Alem fue hogar de atletas talentosos, cuyos logros resonaban en toda la provincia y más allá. Equipos que competían en niveles provinciales y nacionales, llevando el nombre de su comunidad a lo más alto. Sin embargo, en algún punto del camino, la chispa se apagó.
La falta de inversión en el deporte se convirtió en un obstáculo insalvable. Lo que alguna vez fue un semillero de talento y una fuente de orgullo para la comunidad se desvaneció en la oscuridad de la negligencia. Los equipos ya no eran motivo de celebración, los deportistas no eran más el orgullo local, y los logros en competiciones nacionales se volvieron un recuerdo lejano.
Este desencanto, paradójicamente, dejó al deporte en manos de unos pocos privilegiados, convirtiéndolo en una práctica exclusiva y alejándose de su esencia comunitaria. La falta de acceso y apoyo impactó no solo en los resultados, sino también en el tejido social que el deporte había contribuido a construir.
La actividad barrial que alguna vez existió y movía a la comunidad en pos de una sana competencia terminó, quebró definitivamente. Dejando a niños y jóvenes con poca o nula actividad en los barrios.
En algunos barrios los famosos playones deportivos se convirtieron reductos peligrosos de las noches, y la pelota de fútbol o de voley dejó rodar y saltar entre los jóvenes.
Sin embargo, como un pequeño rayo de esperanza surge en medio de la oscuridad, este año se vislumbra un posible renacimiento deportivo para Leandro N. Alem.
Se habla de la creación de un consejo deportivo, que va despertando la expectativa en distintos deportes de que se puedan implementar cambios significativos. La comunidad anhela que este nuevo esfuerzo marque el comienzo de una era donde el deporte vuelva a ser una fuente de unidad, desarrollo y orgullo.
La esperanza es un poderoso motor de cambio, y sobre todo en el ambiente deportivo, donde los sueños no mueren, y la comunidad se aferra a la posibilidad de revitalizar su legado deportivo.
Este capítulo, aunque oscuro, puede convertirse en el catalizador de una nueva narrativa donde el deporte florezca nuevamente, reavivando la llama que alguna vez iluminó los corazones de todos los alemenses.