Martín González, de la comunidad Mbya Ka’aguy Mirĩ Rupa en Aristóbulo del Valle, logró recibirse como Licenciado en Trabajo Social en la UNaM. Su esfuerzo inspira a otros jóvenes indígenas a no abandonar el sueño de estudiar.
En un mundo donde para muchos recibirse es un trámite, en las comunidades aborígenes cada título universitario es un milagro conquistado a puro sacrificio. Así lo demuestra la historia de Martín González, de 40 años, miembro de la comunidad Ka’aguy Mirĩ Rupa de Aristóbulo del Valle, que acaba de recibirse de Licenciado en Trabajo Social en la Universidad Nacional de Misiones.
Martín es el primer egresado universitario de su comunidad, un logro que no se mide en papeles ni diplomas, sino en kilómetros recorridos, noches de hambre, prejuicios soportados y barreras derribadas. “Quería demostrar que los Mbya también podemos ser profesionales. Mi meta es ayudar a mi gente y acompañar a las familias”, asegura.
El camino fue largo y lleno de piedras. Sin sus padres desde los 12 años, tuvo que sostenerse solo, enfrentando discriminación y necesidades económicas, además de la dificultad de estar lejos de su hogar. Al principio ni entendía las consignas académicas, pero con la ayuda de compañeros y becas pudo avanzar. “Pasé hambre y prejuicios, pero nunca solté el sueño”, recuerda.
Mientras estudiaba, ya trabajaba en el programa de Relevamiento Territorial, experiencia que lo acercó aún más a las realidades que quiere transformar. Hoy, aunque todavía no tiene un empleo fijo, está decidido: seguirá acompañando a su comunidad, con especial interés en áreas de salud y justicia.
Martín sabe que muchos jóvenes Mbya sueñan con estudiar pero se frenan por miedo, discriminación o falta de recursos. Su mensaje es claro: “No abandonen sus sueños. Aunque el camino sea duro, hay que resistir. La discriminación existe, pero se puede superar con esfuerzo y perseverancia”.
Su título no es solo un logro personal, es un faro para toda su comunidad y un recordatorio de que, incluso en los escenarios más adversos, la educación sigue siendo la herramienta más poderosa para cambiar destinos.
