El crimen de su hermana del Country Carmel incrementó su reconocimiento público. Fue condenado por encubrimiento, perdió su empleo y se transformó en repartidor y vendedor de empanadas y pizzas, mientras la causa cambiaba rotundamente.
En la historia del crimen argentino, pocos casos han dejado una huella tan profunda como el asesinato de María Marta García Belsunce. Aquel día de octubre de 2002, cuando su cuerpo fue hallado en la bañera de su casa en el country Carmel, no solo comenzaba una de las investigaciones más complejas del país, sino también la caída de una familia que durante años había vivido en la cima del privilegio.

En el centro de esa historia, hubo un nombre que nunca pudo despegarse del escándalo: Horacio García Belsunce, el hermano mayor de María Marta.
Una familia unida por los lazos… y por el silencio
Horacio no era solo el hermano de la víctima. Era abogado, influyente, parte de una familia acostumbrada a moverse entre salones de té de San Isidro y despachos judiciales. Para muchos, era la voz firme y serena de los García Belsunce, el que hablaba por todos cuando había que enfrentar a la prensa. Pero detrás de esa fachada elegante, había otra historia: la de un hombre que, con el afán de proteger, terminó hundiéndose en la telaraña de un encubrimiento que aún hoy genera indignación.
La tarde en que María Marta fue encontrada muerta, Horacio llegó rápido. Demasiado rápido. Fue uno de los primeros en entrar al baño, en ayudar a sacar el cuerpo, en hacer llamadas.
Desde ese momento, fue también uno de los principales defensores de la teoría del accidente: que su hermana había resbalado, que se había golpeado la cabeza, que todo había sido una desgracia doméstica. Pero la autopsia, realizada 36 días después, reveló una verdad imposible de ocultar: María Marta había sido asesinada con cinco disparos en la cabeza.
El hermano protector que cruzó la línea
Lo que siguió fue un desfile de versiones, contradicciones, y sospechas. Horacio fue acusado de haber encubierto el crimen. De haber intentado tapar los agujeros de bala con una historia mal armada. De haber vertido, junto a otros familiares, una gota de cemento en el dolor de una muerte violenta que nadie supo —o quiso— explicar.
Durante el juicio por encubrimiento, en 2007, Horacio no se quebró. Como lo había hecho siempre, se mantuvo firme en su relato, en su intención de proteger a la familia, en su rechazo a las acusaciones. Pero el tribunal no le creyó. Fue condenado, junto a otros miembros del clan, por haber entorpecido la investigación y desviado pruebas.
Un final sin redención
Horacio García Belsunce murió miércoles a los 75 años. Por suerte alcanzó a ver los giros más recientes del caso, la serie de Netflix que volvió a poner el apellido familiar en la boca de todos. También llegó a escuchar la absolución definitiva de Carlos Carrascosa, el viudo que pasó años en prisión acusado injustamente de matar a María Marta.
Quizás al fin logro el objetivo de encontrar justicia para su hermana. Aunque hasta el momento no existen pruebas contundentes que quien a sido el asesino de María Marta.
La figura de Horacio sigue dividiendo aguas. Para algunos, fue un encubridor consciente, parte de una familia dispuesta a cualquier cosa por preservar su estatus. Para otros, un hermano desesperado, que no supo cómo manejar el dolor ni la presión. Un hombre que, como tantos, eligió el silencio cuando más se necesitaba la verdad.
En la historia del crimen argentino, su nombre quedará siempre unido al de María Marta. Pero no como el del asesino, ni como el del héroe. Sino como el del hermano que quiso proteger… y terminó perdiéndolo todo.