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Un joven terminó detenido tras golpear a un árbitro en un partido amateur en Panambí. Intentó huir, pero lo rastrearon y cayó en un local comercial.

 

 

 

El domingo futbolero en Puerto Panambí venía tranqui, con la típica mezcla de picadito, orgullo barrial y discusiones que duran más que el propio campeonato. Pero la jornada se descarriló cuando un joven de 21 años decidió que, si no podía ganar el partido, al menos podía perder la compostura. Y vaya si lo logró.

 

 

 

 

Todo ocurrió al final del encuentro, cuando los jugadores se acercaban a saludar a los árbitros. En ese clima de cortesía deportiva, apareció Omar C., quien ni siquiera formaba parte de los equipos, pero sí del folclore más oscuro del amateurismo: el hincha que piensa que la violencia cambia resultados. Se acercó, lanzó un golpe de puño y dejó al árbitro más sorprendido que lesionado.

 

 

 

 

La Policía intervino para proteger al juez del partido, pero ahí entró en escena un segundo grupo de entusiastas del caos: varios familiares del agresor, que ingresaron a la cancha como si fuera un clásico decisivo. Entre empujones y discusiones, dificultaron todo intento de ordenar la situación.

 

 

 

 

Ahí empezó el segundo tiempo, el policial: tareas encubiertas, seguimiento discreto y la pregunta eterna de los investigadores: “¿Dónde se habrá metido este muchacho?”. La respuesta apareció en la avenida Beltrame de Oberá, donde detectaron que Rodrigo C. estaba dentro de un comercio, quizás repasando mentalmente cómo había pasado de espectador a prófugo en menos de 24 horas.

 

 

 

 

 

 

 

Vigilancia encubierta, oportunidad justa y fin del partido: cerca de las 15, el joven fue detenido sin resistencia. Tras el examen médico y la notificación correspondiente, quedó a disposición de la Comisaría de Panambí.