Pidió una audiencia con el Papa, como no le dieron rompió dos estatuas

 

 

Un insólito episodio ocurrió este miércoles en el Vaticano cuando un turista protagonizó un ataque de furia y rompió dos estatuas romanas. Tras los destrozos, el hombre intentó escapar, pero fue detenido por la Policía.

 

 

 

Se trata de un visitante de mediana edad procedente de Estados Unidos y de origen egipcio. Durante el mediodía hora italiana, visitó los Museos Vaticanos y pidió una audiencia con el Papa Francisco. El problema comenzó cuando el personal de seguridad se la negó, porque, ante la negativa, se enfureció y empezó a destruir lo que había a su alrededor.

 

 

 

 

 

“Es un gesto de una persona trastornada”, declaró el vocero de prensa del Vaticano, Matteo Bruni luego del particular hecho. En ese sentido, Giuliano, el guía que detuvo al egipcio, explicó que “el hombre se puso furioso luego de que le negaran la presencia del papa Francisco”.

 

 

 

 

Una vez que el hombre -cuya identidad no fue revelada- fue retenido por el guía para impedir que siga rompiendo cosas, gendarmes del Vaticano actuaron para detenerlo y lo entregaron a las autoridades italianas. Por estas horas esperan para tomarle declaración.

 

 

 

 

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No está claro cómo hizo el hombre para arrancar los bustos, ya que en teoría están anclados. Lo cierto es que dos de ellos, con más de 2000 años de antigüedad, terminaron en el piso: uno presentó daños en la nariz y el otro en la base.

 

 

 

 

Las dos esculturas romanas, de personajes no conocidos, se encontraban sobre una repisa. Estas piezas, según confiaron los restauradores del lugar, “no tuvieron daños relevantes y ya fueron enviados al laboratorio para ser restaurados”.

 

 

 

 

 

Según publicó el diario ABC de España, las esculturas pertenecen a la colección expuesta en el Museo Chiaramonti y se encuentra en la galería que conecta el Palacete Belvedere con el resto de los Palacios Vaticanos.

 

 

 

La colección reúne retratos romanos y tiene el apellido del Papa Pío VII. Surgió en 1806, después de que los museos tuvieran que ceder gran parte de sus obras a la Francia de Napoleón, cuando el entonces pontífice emprendió una campaña para adquirir nuevas piezas.

 

 

 

 

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