gallos gallinas obera

 

 

Insólito hecho en el barrio San José de Oberá: tres menores de entre 10 y 13 años se llevaron dos gallos y dos gallinas de un vecino para venderlos. La policía recuperó el «botín» plumífero.

 

 

 

Oberá. Con las fiestas de fin de año a la vuelta de la esquina, hay que andar con cuatro ojos, y no solo por los amigos de lo ajeno que buscan tecnología o plata.

 

 

 

En la zona centro de la provincia, un vecino se llevó una sorpresa de aquellas al notar que su patio estaba sospechosamente silencioso: le habían «limpiado» el gallinero de un plumazo.

 

 

 

 

El hecho ocurrió en el barrio San José, donde un residente notó la falta de cuatro de sus ejemplares más cuidados. No eran pichitos recién nacidos, sino aves de tamaño mediano que, según sospechan en el barrio, ya estaban siendo «fichadas» para terminar en alguna mesa navideña o para ser canjeadas por efectivo rápido.

 

 

 

Tras la denuncia, los efectivos del Comando Centro se pusieron en campaña para rastrear el paradero de los animales. No fue una tarea fácil, pero tras varias averiguaciones y de charlar con algunos vecinos, la pista los llevó derecho al barrio Virgen de Guadalupe.

 

 

 

 

Allí, los uniformados confirmaron lo que muchos sospechaban: las aves ya habían sido vendidas. Lo más llamativo de la situación fue el perfil de los «vendedores», quienes lejos de ser delincuentes profesionales, eran apenas unos gurises que andaban buscando la forma de juntar unas monedas para el bolsillo.

 

 

 

El «botín» recuperado y los protagonistas

 

 

 

La historia tuvo un final feliz para el dueño, pero dejó una advertencia para todos los criadores de la zona en esta época de brindis y cenas familiares. Los agentes lograron recuperar a los dos gallos y las dos gallinas, que ya fueron devueltos a su corral original sanos y salvos.

 

 

 

 

En cuanto a los responsables del hecho, se constató que se trataba de tres niños de apenas 13, 11 y 10 años. Al ser menores de edad, y tras las explicaciones de que solo querían «hacer una moneda» con la venta, la Justicia dispuso que queden bajo el cuidado y la responsabilidad de sus padres. El vecino que recuperó sus pertenencias y que ahora deberá ponerle doble candado al gallinero es un residente del barrio San José que prefirió mantener su identidad en reserva tras el insólito episodio.