Grandes superficies de venta presencial en medio del despegue del comercio electrónico, combinadas con una caída en el consumo, dieron como resultado un panorama muy difícil para las empresas dedicadas al comercio minorista. La esperanza de las 30 cuotas para reactivar las ventas.
La pandemia fue la gota que rebalsó el vaso para muchos sectores de la economía argentina. El comercio estuvo entre los que más sufrieron el embate de las restricciones a la circulación, sumadas al salto en la venta electrónica.
Así, los locales con grandes superficies quedaron vacíos de clientes pero llenos de gastos en servicios, alquiler y sueldos, entre otros.
Los síntomas más evidente de la crisis que atraviesa al rubro son Garbarino y Ribeiro. Dos firmas con años de historia que acumulan deudas enormes. En el primer caso, la empresa -que fue vendida el año pasado a Carlos Rosales- busca un socio o algún inversor que le permita volver a poner en marcha la operación. Ribeiro, por su parte, se presentó en concurso de acreedores esta semana.
Garbarino, endeudado y tras la búsqueda de un inversor
Los problemas de Garbarino empezaron mucho antes de la pandemia. Las crisis cambiarias y financieras que se vivieron en los últimos dos años de la presidencia de Mauricio Macri generaron un descalce en el costo del dinero que golpeó a todos los jugadores del sector.
Garbarino, con presencia en todo el país y alrededor de 200 locales, empezó a cerrar sucursales y a endeudarse para mantener la operación a flote. Al momento de la venta a Rosales, en junio de 2020, ya había desarmado una buena cantidad de las negocios (hoy tiene 105 bocas) y debía unos $15.000 millones a todo tipo de acreedores: el fisco, proveedores, bancos, financieras, empleados.
En marzo de este año, se habían reducido los pasivos a $12.000 millones. Sin embargo, las restricciones sanitarias por la segunda ola de coronavirus, que se aplicaron entre abril y mayo, volvieron a golpear al gigante del retail.
Los trabajadores de Garbarino llevan meses sin cobrar y ya realizaron varios reclamos. Según pudo saber este medio, a través de diferentes programas oficiales, como el ATP y el Repro, el Gobierno aportó cerca de $280 millones para que la firma pueda pagar los sueldos.
Ahora, el Ministerio de Trabajo está a la espera de una reunión con la compañía, que sería en las próximas horas. La idea es que la empresa pueda presentar un posible socio y un plan de trabajo.
Fuentes de la compañía indicaron que la apuesta por Garbarino sigue en pie y el foco está puesto en conseguir inversión a través de un fideicomiso para reactivar la compra de mercadería y la producción de electrodomésticos en sus plantas de Tierra del Fuego, de modo de abastecer de stock a las tiendas y cumplir con las entregas demoradas a los clientes.
Con respecto al pago de salarios, se especula con que la empresa cobrará pronto un saldo impositivo a favor por parte del Gobierno de la Ciudad. Se trata de algo más de $400 millones, que fueron retenidos por el ente recaudador porteño (AGIP) y reclamados por la compañía. Con ese monto, se podrían cubrir los sueldos atrasados de casi dos meses.
Otro eje de la estrategia de la compañía es conseguir un socio o inversores. Hubo un proceso de negociación que finalmente no prosperó y la búsqueda continúa. Apuntan a que el nuevo candidato aporte capital para apuntalar a la empresa.
Mientras tanto, las demandas y reclamos judiciales se multiplican. Esta semana, trascendió que Cencosud presentó un recurso en la Justicia contra Garbarino por cheques impagos con los que la empresa de retail debía abonar los alquileres de locales situados en shoppings del grupo chileno.
Ribeiro, concursada
Las compañías más pequeñas no están exceptuadas de la crisis del sector. Esta semana, Ribeiro se presentó en convocatoria de acreedores. La empresa prefirió no hacer declaraciones a la prensa pero publicó una carta en la que su presidente, Manuel Ribeiro, detalló la situación.
“Lamentablemente en 2018, con la devaluación de abril y sus múltiples efectos, ese largo período de crecimiento se transformó en el inicio de una gran crisis que nos termina llevando, y después de mucha lucha y esfuerzo, a la comentada presentación en concurso de acreedores”, sostuvo el directivo.
Pese a que la firma ya había puesto un pie en la venta online -que en 2017 ya representaba el 25% del total- las restricciones sanitarias llegaron cuando todavía no habían terminado de redefinir la red de sucursales. “La compañía siguió tratando de superar la crisis que exponencialmente agravó el Covid-19, gracias al esfuerzo inclaudicable de sus empleados, gerentes, directores y el compromiso de sus accionistas, quienes reinvirtieron en la sociedad casi U$S20 millones entre 2018 y 2019″, resaltó el empresario.
Ribeiro comentó los esfuerzos de la compañía para conseguir financiamiento bancario o estructurar un fideicomiso que les permita garantizar el stock, así como la búsqueda infructuosa de un socio para mantener a flote la empresa.
“La presentación en Concurso de Acreedores no es el fin, sino por el contrario un mecanismo que nos da la ley para reordenar la compañía y continuar la búsqueda de inversores y financiamiento que nos permitan volver a tener una compañía operativamente rentable y que de esta manera pueda cumplir con todos los acreedores en el tiempo que se requiera y conservar la mayor fuente de trabajo posible”, señaló el ejecutivo y pidió “un voto de confianza” para la centenaria compañía.
Una crisis sectorial
Más allá de esos casos puntuales, todas las compañías de retail están en medio de una fuerte transformación. Un jugador del sector explicó que está en plena redefinición el rol de la sucursal.
“Los locales estarán más centrados en las experiencias y combinarán la compra física con la digital. Hay que ir a la omnicanalidad, de verdad, que va mucho más allá de comprar por Internet y retirar el producto en el comercio”, explicó.
En Frávega, por ejemplo, habían iniciado el camino hacia la omnicanalidad antes de la pandemia. Fuentes de la compañía indicaron que antes de las restricciones ya se realizaban de manera digital el 23% de las compras y dijeron que ese número se duplicó durante el aislamiento.
La empresa, de todos modos, hoy tiene 110 tiendas físicas y unos 2800 empleados -aunque supo tener más de ambos-. Además, sumó un centro de logística durante el año pasado para hacer frente a las necesidades de los consumidores digitales, que quieren recibir el producto rápidamente.
La crisis económica derivó en una fuerte derrumbe en el consumo. Desde AFARTE, por ejemplo, indicaron que las ventas de celulares cayeron 37% en los últimos tres años. Si bien el Gobierno había prometido volver a incluir a los teléfonos móviles en los planes de cuotas fijas, finalmente quedaron afuera.
Precisamente, el relanzamiento de los programas “Ahora” con hasta 30 cuotas, son una parte fundamental del plan electoral oficial para reactivar el consumo. Todos los jugadores de la industria están ilusionados con que impulse una recuperación del sector.
(Fuente: TodoNoticias)