Muchas compañías ya “avisaron” al Gobierno que intentarán conseguir acuerdos para inocular a sus empleados. Cuáles son los obstáculos que se pueden encontrar.
Primero fue una carta a Jefatura de Gabinete y al Ministerio de Salud enviada hace poco menos de un mes. Pedían permiso: preguntaban si, como empresarios, podían acceder a vacunas. La respuesta del Gobierno, por ese entonces, fue clara: primero, los grupos de riesgo y “después vemos”.
Desde hace meses, las compañías quieren conseguir acuerdos con los laboratorios para inocular a sus empleados, los que deben cumplir tareas esenciales en lugares como la industria de los alimentos. Ahora, los dichos del jefe de Gabinete les dieron impulso.
La semana pasada, Santiago Cafiero confirmó que “no está prohibido” que provincias y hasta privados intenten acceder a vacunas. “No es el Gobierno Nacional el único que puede comprar”, avisó el funcionario. Desde entonces, las compañías salieron con más fuerza a hacer el pedido. Esta semana, una de las cámaras más importantes del país le informó al Gobierno que “sin interferir” con su trabajo, averiguará si puede inocular a sus dotaciones. Sin embargo, no estaban seguros de poder lograrlo. Saben que se enfrentan a un camino lleno de complicaciones.
El pedido se oye con fuerza en el sector industrial, donde se necesitaría vacunar al menos a 1 millón de trabajadores presenciales. El ausentismo crece cada vez más. Según las última de las encuestas que realiza con frecuencia la Unión Industrial Argentina, entre licenciados, aislados y contagiados, un 12,5% de las dotaciones no estaba trabajando, con picos de hasta un 20%. La entidad espera, casi con certeza, una suba en ese porcentaje en la próxima consulta.
Aunque el interés de las empresas cada vez es más explícito -hasta hay multinacionales que activaron conversaciones con sus casas matrices- el acceso a las vacunas no está libre de obstáculos.
Por empezar, no hay oferta suficiente. Claudio Belocopitt, dueño de Swiss Medical Group, intenta conseguir vacunas desde el inicio de la pandemia y por ahora no tuvo éxito. El empresario aseguró que los laboratorios son poco propensos a venderles a actores privados por temores a “contingencias futuras” y que, por el momento, los Estados tienen prioridad.
Luego, no todas las vacunas son de fácil acceso. El diputado oficialista Pablo Yedlin, presidente de la Comisión de Acción Social y Salud Pública, explicó que existen dos grupos de vacunas que, al momento, circulan o podrían circular por la Argentina. El primero es el de AstraZeneca y Pfizer, que están registradas en la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), por lo que las empresas podrían gestionar más fácilmente -con algún laboratorio con operatoria local de intermediario- el acceso a las vacunas.
El segundo está integrado por la Sputnik V y la Sinopharm. Estas se compran país a país y están autorizadas por el Ministerio de Salud con opinión de Anmat; es decir, no están directamente registradas en el organismo. Para acceder a estas unidades, las compañías necesitarían una autorización expresa de la cartera que dirige Carla Vizzotti. Por el momento, parece no llegar.
Mientras tanto, los laboratorios piden pista, porque si efectivamente se consigue algún tipo de autorización o si algún privado cierra algún contrato con Pfizer o AstraZeneca, ellos deberían ser los intermediarios para poder manejar los medicamentos y manejar las cadenas de frío.
Cabe destacar que, en la Argentina, no se venden medicamentos directamente a cualquier firma, sino a compañías como droguerías y laboratorios. Queda una ventana por abrir: eventualmente, detalló Yedlin, empresas productoras de vacunas como Moderna y Johnson & Johnson podrían registrar directamente sus unidades en Anmat y así ensanchar las posibilidades para provincias y actores privados de acceder al bien más preciado del momento.