Luis, el quinielero de la calle 25 de Mayo de Alem, era una figura icónica del centro de la ciudad, sentado en su sillón esperaba a cada uno para «hacer una jugada»
Siempre estaba sentado en su sillón, con su libreta y su cuaderno donde anotaba los últimos premios y las jugadas que ya eran rutina de sus clientes.
«¿Qué número vino ayer en la nocturna? pregunta un hombre bajando la ventanilla de su auto, y Luis tenía en la mente los 20 números, como si fuera un pizarrón de la agencia.
Desde su lugar vio pasar el tiempo y la historia de Alem. Escuchó el rechinar de los frenos del último colectivo que arribó a la vieja terminal y se despidió para siempre del centro de Alem, capas le anotó la chapa patente, el número de choche, podría ser una pálpito que podía caer al otro día.
En los últimos años, se instalaba con su sillón frente al Centro Cívico, por la calle 25 de Mayo, y desde allí vio pasar la vida dibujada de en números, en cifras, en premios y pálpitos. Como aquella jugada que capaz «hoy no la pegas» pero mañana te sale «la jugada» y es un día de suerte.
Sin embargo, a pesar de su éxito y popularidad, Luis siempre permaneció humilde y sencillo. Su sillón en la esquina de Mariano Moreno y 25 de Mayo se convirtió en un lugar de peregrinación para muchos, que venían a buscar su número de su suerte.
A pesar de que Luis hizo ganar buen dinero a muchos, él solo tenía para vivir y tenía que seguir trabajando todos los días.
Y justo un viernes 13, como si hoy llegara la yeta, se fue para siempre Luis Alberto Benítez, Cambá, el quinielero del pueblo.