El Pueblo Mbya vive en estrecha relación con la naturaleza, vínculo en el que sobrevive la cultura. Tradicionalmente, la caza y la pesca han sido sus principales técnicas para conseguir alimentos, aunque ya la selva tenga poco que ofrecerles.
Días atrás, un medio local publicó una nota titulada “Desarman ‘trampas de Paris’ sobre el Cuña Pirú”, donde describe que personal de la Policía de Ruíz de Montoya, Montada y Guarda Parques “destruyeron” tres cepos contra la fauna ictícola de Misiones, mostrando una foto de una persona haciéndolo con una motosierra.
El “Parí” nombre correcto del sistema de pesca- estaba instalado en el sector del arroyo que está dentro del territorio de uso y ocupación de la Comunidad Tupã Mba’e según la Ley 26160, y es una práctica tradicional Mbya, que no sólo provee de un alimento fundamental, sino que tiene un arraigo espiritual con su Teko: su modo de ser y de vivir. Practicar y revitalizar costumbres culturales es un derecho indígena amparado por las Naciones Unidas y la Constitución Nacional cuando se reconoce la preexistencia cultural y el respeto por la identidad.
La Kuña Karai, Andrina González, de Tekoa Tupã Mba’e, explicó: “Desde hace mucho tiempo que “Ñanderu Ete” – el Creador- nos mostró y nos dejó saber, es una trampa sagrada para nosotros los Mbya, para que los espíritus de los niños puedan estar en paz y saludables, no solo los niños sino también nosotros , los mayores. Es una trampa milenaria que desde hace mucho tiempo nuestros ancestros venían haciendo y seguiremos haciendo mientras nuestra cultura siga viva, y eso nadie puede detenerlo y prohibirnos porque es parte de nuestra vida, costumbre y cultura”.
Mientras que Nacho Martínez, miembro del Tekoa, añadió: “El Parí se empieza a armar desde febrero para la llegada de las lluvias y termina en la época de invierno, depende de la crecida del rio por las fuertes lluvias, una vez que la lluvia lo desarma lo dejamos para el año que viene. En el Parí se atrapan los peces grandes y los chiquitos no. Los pescados que atrapamos los compartimos entre todos los de la Comunidad, no los vendemos”.
El Parí se construye con varas de madera atadas con ysypo (enredaderas o lianas) y tacuaras, ecológicamente coherente con el cuidado del ambiente, como lo han hecho por miles de generaciones los Mbya. Pero el castigo llega para ellos, cuando “cada día, desde el amanecer, decenas de camiones transitan los caminos misioneros acarreando rollos de gigantescos árboles hacia los aserraderos…” dice el prólogo de El Canto Resplandeciente, un libro escrito por líderes mbya. La criminalización llega para los más débiles, para los históricamente despojados de selva y monte, y los aplausos para las multinacionales impulsoras del extractivismo.
Defender la cultura no es delito y pescar para comer, dentro de su territorio, tampoco debería serlo. Por eso la Comunidad Tupã Mba’e envió una nota dirigida a Martín Recaman, Ministro de Ecología, solicitando “una resolución autorizándonos a pescar y cazar con nuestras artes tradicionales como ha sido respetado históricamente por el Ministerio, ahora a su cargo”.
“No hace falta que expliquemos las dificultades económicas por las que pasamos para abastecernos de comida, por ello esperamos de Ud. una respuesta positiva a la brevedad, materializada en la resolución solicitada y en una indicación a los Guarda Parques para que no interfieran con nuestros sistemas de pesca”, indicaron en la nota presentada.
Tupã Mba’e y todo el Pueblo Mbya tienen derecho a mantener y defender su cultura, tienen derecho a alimentarse a través de sus prácticas tradicionales, y el Estado tiene la obligación de garantizar que así sea.