“Siempre pensé que no iba a terminar bien. Yo le hablaba pero no me daba importancia, decía ‘es mi vida’ y bueno, mirá lo que pasó”.
Mercedes Benítez recuerda con angustia las reiteradas charlas que tuvo con su hermano, Rufino Blanco (79), asesinado la semana pasada en su casa del barrio San Martín de la localidad de Leandro N. Alem.
Pese a estar jubilado, el hombre continuaba ejerciendo como cuidador del vivero municipal donde fue degollado en medio de un aparente robo perpetrado por una o más personas que -se presume- eran de su confianza
Y en ese punto el testimonio de Mercedes cobra relevancia.
En un breve diálogo con el medio; El Territorio la mujer contó detalles de la vida de Rufino que podrían ser claves para el esclarecimiento del crimen que, por ahora, tiene a dos sospechosos principales: una joven de 19 años y su hermano de 16, por estas horas ligados a un proceso penal que los mantiene privados de la libertad.
Mercedes contó que su hermano era de recibir muchas visitas, lo que siempre le llamó la atención y algunas veces -admitió- trató de persuadirlo para que sea más cuidadoso con las personas que recibía pero “decía que no tenía miedo”.
“Era una persona buena con todos, conocido como cuidador del vivero municipal y mucha gente iba a verlo, comían con él, estaban juntos. Daba asilo a personas que no conocía, les ayudaba con comida. Siempre hacía lo mismo y siempre pensé que no iba a terminar bien”, contextualizó la mujer que recordó haberlo visto «por última vez el sábado previo a su asesinato».
Sobre ese encuentro recordó que “estaba muy bien, había cobrado su sueldo, me contó”.
La investigación
El testimonio de Mercedes refuerza la hipótesis de los investigadores de que el crimen fue perpetrado en medio de un robo y que quienes lo cometieron eran conocidos de la víctima, de ahí la explicación a la falta de desorden en la morada y a que las puertas estaban cerradas con candado desde afuera pero faltaban unos 20.000 pesos que había cobrado. Tampoco estaba su teléfono celular.
Sobre los hermanos detenidos, el relevamiento de testimoniales reconstruyó que la joven sospechosa visitaba asiduamente a Blanco, al parecer para brindar servicios sexuales. Esa noche habría estado en la escena del crimen.
La Justicia deberá establecer cuál fue su intervención en el hecho de sangre, además del rol que habría tenido su hermano en cuya casa los uniformados secuestraron una bermuda y una campera con machas que serían de sangre, además de siete teléfonos celulares y un cuchillo que fue mandado a peritar para saber si es el arma homicida.
Blanco tenía un corte que le atravesó la mejilla y le llegó hasta el cuello. Murió sobre la cama.
“Espero que se llegue a la verdad, lo único que nos queda es pedir justicia”, dijo Mercedes.