EEUU combustible Venezuela

 

 

Asesores de Biden se reunieron con Maduro, máximo aliado de Putin en el continente; Washington estaría contemplando hacer concesiones para que Chevron aumente la producción del combustible venezolano

 

 

 

El nuevo orden mundial que se atisba tras la invasión rusa en Ucrania también se extiende a Venezuela, principal aliada de Vladimir Putin en la región, como confirma la reunión en la cumbre de este fin de semana en Caracas entre enviados del presidente Joe Biden y Nicolás Maduro.

 

 

 

Un reencuentro diplomático en la cumbre, empujado por la alarma existente por la subida de los precios de los combustibles y que se llevó a cabo por iniciativa del líder revolucionario.

 

 

 

 

¿Qué fue lo discutido en tan sorprendente viaje? “Una variedad de temas”, señaló ayer Jen Psaki, vocera de la Casa Blanca. “Petróleo y presos”, añadió en petit comité uno de los presentes en la reunión que ha cambiado de forma drástica el escenario político venezolano.

 

 

 

 

“Tuvimos una reunión respetuosa, cordial, muy diplomática. Las banderas de Estados Unidos y Venezuela se veían bonitas, unidas como deben estar. Estuvimos casi dos horas conversando”, dijo anoche Maduro.

 

 

 

 

En el trasfondo, la seguridad energética en medio del repunte del precio del petróleo y la “salud de los ciudadanos estadounidenses detenidos”, como reconoció Psaki. El posible embargo petrolero contra Rusia abre la posibilidad de la vía venezolana, pese a que en la actualidad Petróleos de Venezuela (Pdvsa) sólo produce entre 700.000 y 800.000 barriles al día.

 

 

 

 

De un lado, Maduro y su mano derecha, la vicepresidenta Delcy Rodríguez. En el otro, Juan González, principal asesor de Biden para América Latina; el embajador James Story, establecido en Bogotá tras el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente encargado; y Roger Carstens, enviado especial para la liberación de rehenes no sólo se encontraron con Maduro, también acudieron a la cárcel del Helicoide, donde están los presos estadounidenses, y también se reunieron con Guaidó. La presidencia encargada ha optado por guardar silencio hasta “culminar las labores de coordinación con el gobierno de Estados Unidos atendiendo razones de interés y seguridad nacional”.

 

 

 

 

El equipo estadounidense salió de Venezuela sin ninguno de sus presos, pero a la espera de la libertad de alguno de los nueve es un gesto de buena voluntad del “presidente pueblo”.

 

 

 

 

“¡Se esperan liberaciones!”, confirmó la ONG Coalición por los Derechos Humanos y la Democracia. El grupo de nueve presos estadounidenses está conformado por los seis directivos de Citgo, filial de Pdvsa; por dos de los antiguos boinas verdes que participaron en el desembarco fracasado junto a militares rebeldes en la famosa Operación Gedeón de 2020 y un exmarine apresado en las cercanías de unas instalaciones estatales.

 

 

 

 

Las “discusiones están en curso”, confirmó la vocera, aunque ya han trascendido parte de lo hablado en distintas filtraciones a los medios estadounidenses. En medios diplomáticos se sabía desde hacía semanas que Chevron pugna con fuerza para que el gobierno bolivariano le conceda nuevas licencias para aumentar la producción en Venezuela. Lobystas y cabilderos, además de otras petroleras internacionales e incluso los tenedores de la deuda revolucionaria, han presionado a la administración estadounidense para aflojar las sanciones aprovechando la situación de parálisis que sufre la situación política en el país sudamericano.

 

 

 

Posible avance

 

 

 

Desde que en 2019 la administración de Donald Trump reconociera a Juan Guaidó como presidente encargado y endureciera las sanciones contra la revolución bolivariana no se había producido un encuentro diplomático de este calado.

 

 

 

Sobre la mesa de las negociaciones de México, suspendidas por Maduro, permanece el alivio de las sanciones estadounidenses a cambio de avances para la celebración de unas verdaderas elecciones presidenciales, así como para la libertad de los 240 presos políticos.

 

 

 

“Ojalá el gobierno de Maduro no desperdicie la oportunidad de avanzar en una negociación inteligente con Estados Unidos, porque ponerse agalludo puede poner en peligro sus agallas y el impacto de Ucrania sobre nuestra economía, sin recursos rusos y sin acuerdos con Estados Unidos, puede ser muy negativo”, aventuró Luis Vicente León, presidente de Datanálisis.

 

 

 

“Estados Unidos sí necesita limitar el nivel de influencia de Rusia en Latinoamérica. La presión le está dando una oportunidad a Biden, que no va a levantar las sanciones, pero sí puede hacer concesiones, como a Chevron”, constató para este periódico María Puerta Riera, profesora de gobierno americano en Florida.

 

 

 

Un activista miembro del partido opositor Primero Justicia sostiene una pancarta con el rostro del presidente ruso Vladimir Putin y el presidente venezolano Nicolás Maduro durante una protesta contra la invasión rusa en Ucrania, en Caracas el 4 de marzo de 2022.

 

 

Un activista miembro del partido opositor Primero Justicia sostiene una pancarta con el rostro del presidente ruso Vladimir Putin y el presidente venezolano Nicolás Maduro durante una protesta contra la invasión rusa en Ucrania, en Caracas el 4 de marzo de 2022.

 

 

 

 

De momento, y a la espera de que Maduro haga pública su posición, Delcy Rodríguez suavizó hoy su discurso para asegurar que “nunca nos verán en las filas de la guerra”, pese al apoyo expreso del “hijo de Chávez” ante la embestida guerrera de quien considera el “gran líder de la Humanidad”.

 

 

 

 

Maduro encabeza los apoyos latinoamericanos del caudillo ruso, por delante de Cuba y Nicaragua, y en parte Bolivia, además de los guiños lanzados desde Brasil, El Salvador y dirigentes de la izquierda radical apoyándose en una supuesta neutralidad. Pilotos de drones, fuerzas especiales rusas y mercenarios del Grupo Wagner han combatido en el conflicto de la frontera, que enfrenta a guerrillas colombianas aliadas de Caracas con disidentes de las FARC, además de en operaciones especiales.

 

 

 

El antecedente del deshielo cubano pone en duda la nueva estrategia estadounidense. Durante su luna de miel con Barack Obama, “Cuba jamás abandonó a sus aliados globales (Rusia, China e Irán) y sus socios regionales (Venezuela y Nicaragua), incluso reforzó en varios planos sus vínculos con estos. Una movida normalizadora entre la Casa Blanca y el Palacio de Miraflores no ocurriría a espaldas del Kremlin: sería consensuada con Rusia y procurando accesos a mercados y recursos y vías de inteligencia e influencia”, explica el historiador Armando Chaguaceda, especialista en revoluciones.

 

 

 

“Y todo ello mientras procura manipular a Occidente con dicho acercamiento”, sentencia Chaguaceda.

 

 

 

 

(Fuente: LN)

 

 

 

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