«Si quieren ver a Jesús, deben dejar de comer hasta que mueran de hambre»: Así ordenó un pastor de Kenia a sus fieles y logro convencer a mas de 50
Hasta el domingo por la noche, la policía de Kenia había encontrado 47 cuerpos enterrados masivamente en terrenos propiedad de Paul Mackenzie Ntheng, líder del culto religioso, que se autoproclamó jefe de una secta en el condado costero de Kilifi.
La policía allanó una zona de bosque de Sakahora, después de recibir informes de 15 desertores del culto. Quienes alertaban sobre «ciudadanos de la religión que murieron de hambre después de que Nthenge les lavara el cerebro y fingieran encontrarse con Jesús».
Los investigadores ya han descubierto al menos 32 fosas comunes en la finca; denominado «sitio sagrado») de 323,74 hectáreas del líder religioso, faltan al menos 12 pozos mas por excavar.
El «pastor» Paul, jefe de la llamada Iglesia Internacional de las buenas noticias (Good News International Church), dijo que creía que tenía poderes proféticos espirituales y afirmó haber visto una visión de Jesús.
La controvertida iglesia, fundada por Mackenzie y su esposa Joys Mwikamba en 2003, al parecer insta a los creyentes a ayunar día y noche mientras los líderes se deleitan con abundantes comidas.
Mackenzie Nthengese se entregó por primera vez a la policía en marzo después de que dos niños murieran de hambre frente a los padres, quienes son miembros de su secta.
Según la investigación, la casa de Mackenzie era un santuario para sus seguidores, algunos de los cuales ahora están siendo investigados por matar de hambre o asfixiar a sus propios hijos y luego enterrarlos en tumbas poco profundas por sugerencia de Mackenzie.
“Me devastó saber que mi hija mató de hambre a sus otros dos hijos”, lamentó un hombre de Mombasa llamado Francis Wanje, cuya hija y yerno eran seguidores de Mackenzie, quien supuestamente los sometió a sus ayunos y creyeron firmemente en sus sermones.
«No se les permitió beber agua ni comida porque se decía que estaban esperando el regreso de Jesús», dijo Wanje. «El mensaje del supuesto «pastor» los persuadió a renunciar a sus medios de subsistencia y dedicarse por completo a sus enseñanzas».
«Me rompe el corazón pensar en el dolor y el sufrimiento que tuvieron que soportar mis nietos antes de su muerte prematura», dijo Wanje, quien logró encontrar a otro de sus nietos «Practicamente en piel y huesos, el vientre protuberante y las costillas todos visibles».
Humphrey Nyongo, exmiembro de la iglesia extremista, afirmó que el pastor MacKenzie «obtuvo el control sobre sus feligreses» instándolos a renunciar a sus trabajos, dejar de comer y renunciar al tratamiento médico cuando estaban enfermos.
La secta hacia creer a sus miembros que las escuelas y los hospitales eran demoníacos y su líder ordenó a los niños que fueran a la iglesia en lugar de asistir a la escuela para recibir lecciones de vida.
«Fui creyente de sus sermones durante 10 años», relató Nyongo ex miembro de la religión. «Empecé a dudar. Sus instrucciones, a las que llamó el mensaje de Dios, no eran enviar a nuestros hijos a la escuela, sino ir a la iglesia todos los días para recibir lecciones de vida».
Él hombre relató: «Cuando me mudé a la aldea desde Malindi, comencé un negocio de cría de aves de corral, pero él estaba en contra. No quiere que nadie se involucre en ninguna actividad económica ni se traslade del pueblo al centro de la ciudad»
Salamu Masha, una antigua miembro de la iglesia MacKenzie cuyo esposo está entre los 47 muertos, dijo al canal Citizen TV que tenían prohibido leer, asearse y que el tratamiento en los hospitales estaba mal visto.
«Nos pidieron que empezáramos a ayunar, y yo no podía ver a sus hijos morirse de hambre y había comida en la casa», dijo, antes de relatar que logró escapar con sus hijos pero su esposo decidió quedarse.
Tras ser liberado bajo fianza, Mackenzie volvió a ser arrestado el 15 de abril y ahora mismo en la cárcel bajo sospecha de influir a sus seguidores para que ayunaran hasta la muerte- inició una huelga de hambre para protestar contra el tratamiento recibido, informa el diario keniano The Nation.
Otros once miembros de la secta o sus hijos -el más joven de solo 17 años- se encuentran ingresados en estado grave, tres de ellos en estado crítico, después de ser hallados languideciendo en un bosque en el principio de las investigaciones sobre las fosas comunes.
Titus Katana, exmiembro de la iglesia, ayudó a la policía a identificar las tumbas y dijo: «Mostramos las tumbas a la policía y, además, salvamos la vida de una mujer a la que solo le quedaban unas horas, de lo contrario también estaría muerta».
Se cree que una de las tumbas contiene el cadáver de cinco miembros de la misma familia: tres hijos y los padres.
En las últimas horas ha sido hallada con vida una mujer escondida en la finca del líder cultista. La mujer, según la Policía, se encuentra «al borde de la muerte», también por inanición, aunque intentó resistirse a los agentes que intentaban trasladarla a un hospital para recibir atención médica urgente.
«Los que rescatamos parecían débiles, demacrados y con los ojos hundidos. Algunos estaban deshidratados y vomitaban sangre. Tratamos de darles agua, pero nuestros esfuerzos fueron inútiles», relató uno de los rescatistas.
Kenia es un país religioso y casos como este donde las personas son atraídas a iglesias peligrosas o cultos que no están regulados.
«Esta horrenda lacra en nuestra conciencia debe conducir no sólo al castigo más severo de los autores de la atrocidad cometida contra tantas almas inocentes, sino a una regulación más estricta (incluida la autorregulación) de todas las iglesias, mezquitas, templos y sinagogas en el futuro», declaró el ministro del Interior, Kithure Kindiki.
Según el diario keniano The Standard, el Estado acusa a Mackenzie de «predicar una doctrina peligrosa que alienta a sus seguidores a morirse de hambre para llegar al cielo más rápido» y «manipular a los lugareños a través de enseñanzas religiosas extremas sesgadas y miedo a lo desconocido en busca de la salvación».
Y agregó: «La masacre del bosque de Shakahola es el abuso más claro del derecho humano consagrado constitucionalmente a la libertad de culto. Prima facie, se han cometido crímenes a gran escala según la ley de Kenia y el derecho internacional».
El hecho recuerda el mayor suicidio en masa de la historia ocurrido en 1978, cuando al menos 900 personas ingirieron cianuro en Jonestown, una comunidad religiosa en Guyana creada por el reverendo estadounidense Jim Jones.