Kevin, Nerea y el pequeño Thiago (4), emprendieron un largo camino sobre las dos ruedas desde la provincia de Buenos Aires hasta Misiones: unos 1.200 kilómetros

Una joven pareja misionera que desde hace seis años vive en Buenos Aires, por cuestiones laborales, emprendió junto a su hijo Thiago, de tan sólo 4 años, una aventura digna de admiración. Recorrieron en bicicleta durante doce días los 1.200 kilómetros que hay entre San Fernando, provincia de Buenos Aires, y la localidad misionera de Garupá. Para ello, agregaron a uno de los rodados un carrito en el que fue trasladado el niño.

 

Kevin Bojanich (25), quien trabaja en Prefectura, y a Nerea. “La decisión la tomamos hace un año y medio, aproximadamente, era todo un desafío hacer semejante travesía sin conocer cómo nos debíamos manejar para que el viaje sea realmente inolvidable, feliz y exitoso. Para ello miramos videos de travesías similares para saber qué se necesitaba para hacerlo realidad, de a poco fuimos comprando lo necesario, fuimos ahorrando para comprar las bicis y el trailer adaptado para nuestro hijo Thiago”, relató el joven.

 

Kevin contó que el pequeño se portó muy bien y se sintió cómodo durante todo el trayecto y hasta pasó su cumpleaños en la ruta. “Le gustó mucho, ya que él no estaba acostumbrado a ver los paisajes, los animales, lo disfrutó mucho”, expresó.

 

Respecto al día a día de pedaleo por el camino, sostuvo que no tuvieron mayores contratiempos más que alguna goma pinchada. Sobre el cumpleaños de Thiago en las rutas, contó: “Lo hicimos en la ruta, al costado de una estación de servicio, la pasamos genial, él estaba muy contento, le compramos unas cositas propias de un cumpleañitos y la pasó muy bien”.

 

“Creo que ninguno de los tres olvidará estos doce días. Hemos pasado por cambios de clima, nos agarraron dos temporales, pero por suerte los pasamos bien”, añadió.

 

En cuanto a los descansos en la noche, contaron que el primer día durmieron debajo de un puente, otras al costado de la ruta o en estaciones de servicio. No obstante, también hubo personas que los hospedaron en sus casas.

 

“La verdad que esta experiencia fue increíble, hemos cosechado muchos amigos y hay algo más que importante: este desafío ha fortalecido mucho más nuestra familia, somos una pareja joven y hacer esto junto a nuestro hijo es hasta difícil de explicar lo bien que nos ha hecho, más aún porque nos sentíamos acompañados por nuestras familias que viven en Misiones, ellos estaba pendientes todo el tiempo de nosotros”, contaron con alegría.

 

El joven destacó “el acompañamiento de las fuerzas de seguridad que controlan las rutas, en nuestro caso Gendarmería y Policía de las diferentes provincias que pasamos. Nos han tratado muy bien, pero debo reconocer que desde un principio pusimos toda la documentación en orden, más aún con lo de la pandemia, los controles adecuados, hisopados que se exigen para pasar de una provincia a la otra. Esto último no fue contemplado por nosotros cuando nació la idea, así que lo incorporamos por último pero todo en orden. Estamos realmente más que felices”.

 

Acerca de cuáles fueron los hechos más significativos, sostuvieron: “Son varios los momentos importantes e imborrables, pero el cumpleaños del nene y cuando llegamos al cartel que decía ‘Bienvenidos a Misiones’; esa sensación no la puedo describir, fue tan maravillosa y muy emocionante. También cuando llegamos al barrio y en la casa de mi madre estaban las dos familias esperándonos. Ese recibimiento fue maravilloso”.

 

Kevin indicó que guardarán para siempre las bicicletas porque fueron las compañeras de tan ansiado y glorioso desafío. “El amor a la familia lleva a animarse a vivir nuevas experiencias y disfrutarlas sabiendo que con fe todo lo que uno se propone lo puede lograr”, dijo.

 

Por su parte, Aída Noemí Rodríguez, la madre de Kevin, expresó su orgullo para con su hijo, nuera y nieto. “Muchas veces me dijeron que cómo lo iba a dejar hacer esa travesía con todo lo que pasa hoy en día, pero yo no tengo por qué prohibir algo a mi hijo si es lo que él realmente desea, además sin hacer daño a nadie. Sólo sentí que debía acompañarlos desde mi lugar de madre, suegra y abuela y esperarlos con todo mi amor. Es verdad que al principio sentí temor, pero al final desistí porque sabía que lo harían igual”, compartió sonriendo la orgullosa madre que trabaja en nivel inicial en una escuela de Candelaria hace 30 años.

 

Y agregó: “Detrás de los sueños siempre hay un tremendo esfuerzo que la gente no sabe y eso le escribí el pasacalle de bienvenida a mi hijo”.

El regreso de este trío de aventureros a su hogar en Buenos Aires ya no será en bicicleta sino en colectivo, a finales de este mes.

 

Fuente El Territorio 

Por Revista Enterate

Panel principal de periodista de Revista Enterate

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