Alejandro Garzón Maceda es el primer misionero en tener un lote en la luna “No soy rico ni famoso, pero fui el primer argentino que compró un lote en la Luna”
En una nota del portal Infobae, el Director de Defensa del Consumidor de Posadas, relató cómo adquirió el terreno en el satélite de la tierra.
Fue hace 18 años, cuando a un estadounidense se le ocurrió la gran idea de vender lotes en la luna, Maceda fue el primer argentino en adquirir uno: «Fui el primer argentino común que salió a decirlo en los medios. A mí no me dio vergüenza”, contó Alejandro.
También recordó que “hasta un periodista ruso vino a entrevistarme a mi casa”,
Como se dio la venta de terrenos en la luna
El insólito emprendimiento inmobiliario se dio gracias al Tratado de Espacio Exterior de la ONU, que establecía que ningún país podía apropiarse de un planeta o de una estrella. Sin embargo, no decía nada de los individuos.
Denis Hope aprovechó el vacío legal y se autoproclamó el dueño del satélite natural de la Tierra y de todos los planetas del Sistema Solar. Loteó la Luna, comenzó a vender las parcelas por Internet y fue un éxito total. Logró vender 600 lotes en dos semanas. Hoy, lleva comercializados más de 6 millones.
La empresa de Hope mantiene en secreto los nombres de los dueños de los terrenos, aunque, los mismos pueden elegir si quieren contar o no sobre sus propiedades en la luna.
Hoy son más de 1.800 argentinos que son dueños de un pedazo de Luna. Pero Alejandro Garzón Maceda, un misionero que vive en Garupá, fue el primer argentino en comprar su lote lunar.
Era el 4 de septiembre de 2006 y Alejandro se encontraba leyendo un libro en la sala de su casa en el Club de Campo La Eugenia cuando su hija gritó algo sorprendente que había visto en Internet: “Mirá papá, venden lotes en la Luna”, le dijo María, mostrándole el artículo en cuestión.
“Compro uno y te lo regaló”, respondió su padre, sin estar seguro de si era real o falso. “Estás más loco que una cabra”, dijo su hija tratando de evitar tamaña locura.
“Si te gusta la idea ¿por qué no?”, añadió, “A las personas que uno ama siempre se les suele decir ‘te bajo la luna y te la regalo’. Bueno, yo te la quiero regalar a vos. No entiendo porque no tengo tanta plata, pero sí un pedazo”, dijo con total confianza y fue a buscar su tarjeta de crédito.
María llenó el formulario con toda la información de su padre y cargó los 16 dígitos y el digitos del plástico. Era la primera vez que compraban algo online, ya que el comercio electrónico todavía estaba en sus inicios.
“Pagué 100 dólares por un acre, que es media hectárea aproximadamente” dijo Alejandro, que solo pensaba en aquel momento que se trataba de un momento divertido y que tarde o temprano se convertiría en una anécdota.
Cuando ya la familia se había olvidado de la locura, llegó por correo una carta con el membrete de la Embajada Lunar (Lunar Embassy). “Era un sobre grande, de papel duro y acerado, tamaño oficio. Dentro venía el título de propiedad del terreno, la ubicación, el reglamento del lugar y la forma de gobierno”, recuerda Alejandro.