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Crisis en el sector yerbatero: quiénes son los más afectados por el derrumbe del precio de la hoja verde

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La desregulación del INYM desplomó el precio de la hoja verde y golpea con fuerza a los pequeños productores, mientras grandes molinos ganan terreno.

 

 

 

La desregulación del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) reconfiguró por completo el mercado y provocó un desplome abrupto del precio de la hoja verde, que cayó alrededor de un 77%. Mientras tanto, en las góndolas no se registraron bajas en los precios de los paquetes de yerba, lo que profundizó el malestar entre productores que advierten una pérdida total de rentabilidad.

 

 

 

 

Ante este escenario, distintas organizaciones del sector analizan la posibilidad de frenar la zafriña —el corte de yerba en estos meses— como forma de presión ante la falta de medidas que contengan la crisis.

 

 

 

Los más afectados: pequeños productores en riesgo

 

 

 

El impacto principal recae sobre los pequeños y medianos productores, especialmente aquellos que dependen de mano de obra contratada para limpiar los yerbales y de tareferos para la cosecha. Con los valores actuales, muchos ni siquiera logran cubrir los costos operativos básicos, lo que los deja al borde del abandono productivo.

 

 

 

 

 

 

El contraste con los grandes establecimientos es notorio: se estima que alrededor del 20% del sector posee sistemas altamente mecanizados, con cosecha y procesamiento automatizados. Esta estructura les permite sostenerse aun en contextos de precios bajos, ya que sus costos laborales son significativamente menores.

 

 

 

El rol de los “contratistas”: un negocio que presiona aún más

 

 

 

Otra figura que se vuelve clave en esta crisis es la de los contratistas, quienes reclutan personal para cosechar en distintos yerbales. Productores denuncian que ahora muchos de ellos operan como “usureros» o «financistas informales”, cambiando los cheques a 60 o 120 días que reciben los productores en las bocas de acopio con comisiones elevadas, lo que termina reduciendo aún más los ingresos de quienes trabajan en menor escala.

 

 

 

 

 

El problema es que la mayoría de los pequeños productores están como se dice en la jerga «con la soga al cuello», y no pueden esperar los 60 días o mas para cobrar los cheques. Y es allí donde entran en escena los que «usureros» que cambian los cheques por comisiones exageradas.

 

 

 

Molinos y grandes jugadores amplían su control

 

 

 

La eliminación de restricciones sobre la superficie plantada abrió la puerta a un proceso de expansión por parte de los grandes molinos, que ahora pueden autoabastecerse sin límites. Esto podría derivar en una concentración aún mayor del mercado.

 

 

 

 

 

 

Un productor que además administra un secadero lo sintetizó de manera contundente:

 

 

“En poco tiempo voy a producir el 80% de mi materia prima. Ya no voy a necesitar comprar hoja verde. Si compro, será al precio que me conviene, porque no van a poder presionarme.”

 

 

Este escenario anticipa un cambio profundo en la estructura del sector: los molinos podrían absorber una porción cada vez mayor de la producción, desplazando a miles de pequeños agricultores que históricamente sostuvieron la economía yerbatera de Misiones y Corrientes.

 

 

 

Un futuro incierto

 

 

 

La incógnita que domina al sector es clara: ¿qué ocurrirá con los pequeños productores si la tendencia continúa?

 

 

 

Sin intervención estatal ni reglas de equilibrio, el mercado podría recostarse definitivamente sobre los grandes jugadores, dejando a las economías familiares expuestas a una crisis estructural.

 

 

 

La situación, lejos de estabilizarse, abre un debate urgente sobre el futuro de una de las economías regionales más emblemáticas del país.

 

 

 

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