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El 2 de Abril de 1982 volvió a flamear nuestra bandera en Malvinas después de 150 años

Hace 39 años, en una muy fría mañana, recuperábamos nuestro derecho soberano sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur. Fue durante una operación militar conjunta donde las premisas fueron, que la celeste y blanca vuelva a ondear allí, y que no se produzcan bajas civiles ni enemigas.

Aquel 2 de abril quedó grabado en el corazón de todos los argentinos y es por eso que la Armada rinde en este día un sentido homenaje a los combatientes de aquella guerra, que devolvió el territorio usurpado. Mediante la Ley Nº 25370 sancionada el 22 de noviembre de 2000 y promulgada el 15 de diciembre del mismo año se declaró al 2 de abril como “Día del Veterano y de los Caídos en la guerra en Malvinas”.

En diferentes lugares del país, no sólo en bases militares sino también en municipios, escuelas, plazas y monumentos; también en cada provincia que guarda el honor de haberle dado un hijo a la Patria para que la defienda, se repite el mismo acto de homenaje y recuerdo.

Desde 1833 –cuando se hizo efectiva la usurpación de las islas por parte de Gran Bretaña– no flameaba en ese suelo austral la bandera argentina. Suelo sobre el que históricamente nuestro país ejerció una efectiva autoridad; a las que la geografía y la historia las convierten en parte inseparable del territorio nacional, con una identidad absoluta en el espíritu de los argentinos.

La Usurpación de las islas

“El gobierno inglés se da cuenta de la importancia creciente de estas islas” dicen las instrucciones del gabinete inglés a Parish, del 8 de agosto de 1829. “Los cambios políticos y la naturaleza de nuestras relaciones con los diversos estados de que se compone unido a nuestra extenso comercio en el Pacífico hacen altamente deseable la posesión de algún punto seguro donde los buques puedan abastecerse y, si es necesario, ser carenados. Frente a la posibilidad de estar empeñados en guerra en el Hemisferio Occidental, tal estación sería casi indispensable, si es que quisiéramos proseguir esa lucha con probabilidades de éxito.”

Como parte de la política expansionista británica el Almirantazgo, en agosto de 1832 elaboró un proyecto “para ejercer el derecho de soberanía de Su Majestad en las islas Falklands”. De hecho, el año anterior, la fragata de guerra U.S.S. Lexington, de Estados Unidos, había saqueado Puerto Soledad y apresado a los subordinados del gobernador Vernet. A pesar de los reclamos, el gobierno de Washington respaldó a su capitán Silas Duncan. Las islas se convierten en un botín codiciado.

Desde el 10 de julio de 1829 el gobierno bonaerense había creado la Comandancia Militar de las Malvinas. Y en 1832, ante las reiteradas amenazas de intervención extranjera se dispuso el envío de la goleta Sarandí que puso al mando de José María Pinedo porque el comandante de las Islas, el inmigrante alemán Luis Vernet se encontraba en Buenos Aires. El sargento mayor Esteban José Mestivier debía constituir un gobierno interino pero, a poco de llegar a las islas, fue asesinado en un motín. Pinedo se topó con la presencia de la fragata Clío, que llegó a Puerto Egmont el 20 de diciembre de 1832. La Clío contaba con 120 hombres y 18 cañones mientras que la Sarandí tenía 56 hombres y 8 cañones. Pero Pinedo –contra sus instrucciones– se negó a combatir, se limitó a recibir la bandera argentina arriada por Onslow y el 3 de enero optó por zarpar. John James Onslow, capitán de la nave inglesa, tomó posesión de las “Falklands” y comenzó la ocupación británica por medio de una compañía.

Cuando Pinedo regresó fue separado de la marina. El almirante Brown –el primer irlandés nacionalizado argentino, curiosamente– se ofreció para ir a combatir pero el gobierno porteño no realizó ninguna acción por fuera de las protestas diplomáticas.

Hacia 1838 los ingleses habían consolidado en las Malvinas la presencia de varias familias que sumaban, en total, unas cuarenta y cinco personas. Desde entonces se consumó la usurpación de esos territorios legítimamente argentinos, a excepción del breve período de reconquista en aquel recordado otoño de 1982.

“Los pueblos que olvidan sus tradiciones pierden la conciencia de sus destinos y aquellos que se apoyan sobre sus tumbas gloriosas, son los que mejor preparan el porvenir”, dijo una vez Nicolás Avellaneda, uno de los padres de la Patria.

Sea entonces el recuerdo de hoy de nuestros héroes, el motor para que la causa Malvinas no sea nunca olvidada. Honor a los que combatieron y hoy están entre nosotros. Gloria y honor a los que combatieron y quedaron allí de guardia impidiendo el olvido.

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