Con la cabeza en alto y los pies enraizados en su territorio, ayer Tekoa Mbokajaty, en compañía de otras Comunidades que habitan en Misiones, se manifestaron pacíficamente con un Mandiocazo en la Plaza 9 de julio de Posadas, en defensa de su territorio que viene siendo violentamente atropellado por intereses privados ante los ojos de un Estado ausente.
La denuncia es que, pese a tener la Carpeta Técnica realizada en el marco de la Ley 26160 -que reconoce la ocupación actual, tradicional y pública-, ni el gobierno municipal de San Ignacio, ni el provincial, avanzaron en la titularización de esos territorios. En tanto, el Gobierno nacional no cesa con operaciones materiales y simbólicas contra los Pueblos Indígenas.
“La convocatoria vino de la mano de la urgencia de regularización de las tierras. La situación va empeorando, cada vez hay más casos de intrusiones dentro del territorio, cada vez más violentos y conflictivos. Las autoridades municipales y provinciales, cuando se acercan, proponen soluciones que no garantizan la regularización, sino que siguen priorizando intereses de privados”, comentó Pilar Cifuentes, miembro del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), organización que convocó el reclamo junto con la Comunidad.
Y siguió: “Con esa sensación de que era urgente visibilizarlo, fuimos a la Comunidad, charlamos y pensamos qué podíamos hacer. Ya se había hecho todo, con la policía, el municipio, salió en los medios. Esto fue una medida para ponerlo en la agenda pública de la sociedad. Lo de ayer fue algo lindo de llevarlo a cabo, vimos que hay fuerza, hay ganas, y sobre todo hubo acompañamiento de la sociedad”.
La medida contó con la adhesión de distintos organismos, particulares y profesionales entendidos en el tema, como Delia Ramírez, antropóloga misionera y actualmente investigadora del Conicet en la Universidad Nacional de San Martín. “Soy académica, científica, y soy una persona sensible con estas causas”, expresó.
“El Mandiocazo tenía como objetivo sensibilizar a la sociedad sobre esta problemática que tiene que ver con la especulación inmobiliaria y el turismo, cómo afecta al territorio ancestral de las 18 comunidades que viven en San Ignacio y, particularmente, a Mbokajaty. En San Ignacio no quedan dudas de que es tierra indígena, están las Reducciones Jesuíticas ahí, y sin embargo es donde se está actuando con mayor violencia, pero por suerte los Mbya están denunciando fuertemente estos hechos”, aseguró.
Sobre la idea de la manifestación, planteó que “se inscribe como forma creativa de desarmar ese mito de que los Mbya son personas ociosas, de que no hacen nada, traer su producción busca mostrar también que son productores de alimentos”.
Los miembros de la Comunidad lo vivieron con entusiasmo y mucha unión. Aunque la causa no sea motivo de alegría, la lucha la llevan siempre de esa forma: unidos, cantando, debatiendo, haciendo uso de la palabra y abiertos siempre a escuchar.
“Fue una oportunidad para que la sociedad abra sus ojos y vea que tenemos derechos, necesitamos territorios para nuestras vidas. Nos sentimos con fuerza, acompañados y con la oportunidad de levantar nuestras voces”, manifestó Miriam Giménez, de Mbokajaty.