El mayor operativo antidrogas en Río de Janeiro dejó 64 muertos y expuso la guerra política entre el gobierno de Lula y el bolsonarismo.
El mayor operativo antidrogas en la historia de Río de Janeiro dejó al descubierto no solo el enorme poder de fuego del Comando Vermelho (CV) —la organización criminal más antigua y poderosa de Brasil—, sino también la guerra política que atraviesa al país entre el gobierno bolsonarista de Río y la administración federal de Lula da Silva.
El megaoperativo, desplegado en los complejos de favelas de Penha y Alemão, dejó al menos 64 muertos y más de 80 detenidos, en una acción que involucró a 2.500 policías con el objetivo de capturar a un centenar de jefes del CV.
Las imágenes de las favelas convertidas en zonas de guerra, con barricadas, autos incendiados y drones armados, dieron la vuelta al mundo y reabrieron el debate sobre el uso de la fuerza y la falta de coordinación entre los distintos niveles del Estado brasileño.
⚔️ Tensión política: Lula vs. el bolsonarismo
El gobernador de Río, Claudio Castro, aliado del bolsonarismo, acusó al gobierno federal de negarle apoyo militar para enfrentar a los narcotraficantes.
“Tuvimos pedidos negados tres veces. El presidente está en contra del uso de las Fuerzas Armadas. Cada día da una nueva razón para no colaborar”, sostuvo Castro.
Desde Brasilia, el Ministerio de Justicia rechazó esas acusaciones y recordó que ya había prestado colaboración en varios operativos previos, además de mantener fuerzas federales activas en Río.
Según el analista político Marco Teixeira, de la Fundación Getulio Vargas (FGV),
“El operativo no buscaba exponer al gobierno federal, sino mostrar resultados. Pero se salió de control. Políticamente, todos pierden”.
El poder del Comando Vermelho
Durante los enfrentamientos, los “soldados” del CV resistieron con armas de guerra y drones artillados, mientras colocaban barricadas con autos y micros secuestrados. Los uniformados respondieron con blindados y apoyo aéreo, en un operativo sin precedentes.
El Comando Vermelho, fundado en los años 70 dentro de una prisión de Río como grupo de defensa entre reclusos, se transformó con el tiempo en una organización criminal multinacional.
Según la ONG Insight Crime, la facción cuenta con decenas de miles de miembros, una estructura descentralizada y presencia en todas las regiones de Brasil, además de vínculos con Bolivia, Paraguay y la Triple Frontera.
El grupo domina el narcotráfico, el contrabando y el control territorial en numerosas favelas, y mantiene una sangrienta disputa con el Primer Comando de la Capital (PCC), su principal rival.
Implicancias regionales
El avance del CV preocupa también a los países limítrofes. En mayo, el gobierno argentino lanzó el Plan Guacurarí, que creó un comando unificado en la frontera con Brasil para prevenir la expansión de grupos criminales, en especial del Comando Vermelho.
El megaoperativo de Río deja así una doble lectura: el intento de golpear al narcotráfico y la evidencia de una crisis política y social que atraviesa las fronteras del gigante sudamericano.

