Javier Milei apuesta a un acuerdo con Donald Trump para conseguir fondos que frenen la presión cambiaria. La reunión expone la fragilidad económica y la dependencia externa del Gobierno.
El Gobierno argentino llega a Nueva York golpeado en lo político y acorralado en lo económico. Con un dólar en alza, reservas en caída y una serie de derrotas legislativas que dejaron expuesto al oficialismo, Javier Milei apuesta ahora a una carta riesgosa: pedirle a Donald Trump respaldo financiero para sostener la estabilidad cambiaria.
El encuentro se dará en la previa de la Asamblea de la ONU y contará con la presencia de la mesa chica del Presidente: Gerardo Werthein, Luis Caputo, Karina Milei y Manuel Adorni. El objetivo es claro: conseguir un salvavidas en dólares que calme al mercado y dé aire a la gestión.
El posible auxilio se canalizaría a través del Fondo de Estabilización Cambiaria de EE.UU., utilizado en otras ocasiones para Brasil, México y Uruguay. Sin embargo, la letra chica no es menor: Washington exigiría garantías estrictas sobre el pago de deuda 2025, que supera los 20 mil millones de dólares.
En paralelo, Milei y Caputo también buscarán un acercamiento con Kristalina Georgieva, del FMI, en busca de oxígeno para los próximos vencimientos. El ministro insiste en que “hay dólares suficientes” y que el Gobierno defenderá el techo cambiario a cualquier costo, pero la realidad es que las reservas netas se agotan y los compromisos externos se multiplican.
La estrategia oficial parece repetir un viejo libreto: apostar al endeudamiento externo como única vía de sostener la gobernabilidad económica. Pero la gran incógnita es hasta qué punto Trump, en medio de su propia campaña presidencial y prioridades domésticas, estará dispuesto a poner fichas en la economía argentina.
Por ahora, Milei se juega a todo o nada: un préstamo que llegue a tiempo podría darle aire político; un fracaso en Nueva York lo dejaría al borde de una crisis cambiaria con consecuencias impredecibles.